lunes, 22 de junio de 2009

Un Libro

Si…. Así es como me siento. Así fui, en realidad no estaría bien denominarme un libro así nada mas y porque si. Quizás es más conveniente decir que fui un libro abierto.
De esos que uno lleva en los viajes por si se le antoja leer; uno de esos que todos saben que existen pero no saben bien de que se tratan. Uno de esos que todos miran por encima sin necesidad de comprometerse demasiado en la lectura.
Así era yo…
Y me gustaba, nada sucede si uno no lo permite.
Permití demasiado… permití que me miren con desgano, que me lean porque no les quedaba otra, me abrí a personas que realmente no lo merecían, intente caerle bien a todos, soporté criticas, dejé que me arranquen hojas, que me dibujen, que me garabateen una realidad inexistente.
Cuando todo eso pasa, uno se cierra… y el libro abierto, ese con el que todos hacían lo que se les cantaba, se cerró. Porque ponerle un candado al libro es más fácil que dejar que hagan con uno lo que quieran. Un libro también tiene sentimientos no?
Ese libro cerrado a nadie le gustaba, porque siempre había otros más divertidos y alegres y con mejores tetas y un culo más parado que éste que representaba una dificultad solo al tener que abrirlo.
Cuando me parecía que estaba todo bien, que confiaba en mi nuevo dueño, me abría. Pero todos y cada uno de esos dueños salía corriendo espantado al leer mi parte fea, que lamentablemente es la más extensa y verdadera que tengo.
Y de esa manera fui quedando en el olvido de muchos y pase a ser apoya pavas, sostén de sillones, o un lindo lugar para dejar que se marchiten las rosas.
Estaba tan cerrada a todo que no te vi venir, ni siquiera me di cuenta que estabas, que me leías todo el tiempo sin necesidad de que yo lo note.
Lograste que vuelva a confiar, lograste que deje al descubierto todo lo que hay en mi interior… no todo era lindo y lo sabias… por eso no corriste espantado como los demás.
Me ayudaste a afrontar mis miedos más profundos, sanaste mis heridas, no te preocupaste por saber que había en las páginas que me faltaban, ni por saber quien me había lastimado tanto.
Hoy solo puedo decirte gracias. Por rescatarme de debajo de ese sillón, es muy difícil llevar todo ese peso encima solo para que algo no se tambalee y termine de romperse.
Gracias por escribir conmigo las páginas que tengo en blanco y por no borrar con el codo lo que escribís con la mano.
Sos el amor de mi vida.
Y a los que alguna vez me leyeron, aunque sea de reojo, gracias también. Porque todo en la vida pasa por algo y los errores también nos hacen más fuertes.
Ahora soy mas fuerte, pero no para ser el sostén de tu sillón, sino para disfrutar de las paginas que sigo escribiendo día a día… Porque mi vida sigue, por mas que falten un par de hojas...

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